¿Tienes dudas sobre cómo abordar la vuelta a la normalidad con tus hijos?
¿Cómo puedes ayudarles a canalizar los sentimientos que les despierta? Aquí te proponemos
como hacerlo de manera diferente según su edad de tu hijo.
Poco a poco nos adentramos en
el camino hacia la ‘nueva
normalidad’; un proceso que sabemos será largo y costoso y que, para los
que están con sus hijos en casa, les
genera algunas dudas; como por ejemplo: ¿Cómo
podemos explicarles a los hijos la nueva
realidad para que sean capaces de darle sentido a la desescalada? ¿Cómo podemos
ayudarles a canalizar todos sus sentimientos negativos? ¿Y ayudarles a exponer
los positivos? Del mismo modo, ¿cómo podemos hacer que sigan sus rutinas y se
interesen por los nuevos métodos de aprendizaje?
En tal sentido debes tomar en cuenta que, es necesario reconocer y validar sus
sentimientos, cualesquiera que sean.
Los
hijos tienen derecho a estar enfadados, tristes, cansados… ya que en esta
cuarentena se ha limitado su vida social y se han introducido muchos cambios en
muy poco tiempo. Incluso nosotros como adultos nos hemos visto afectados y nos
está costando gestionar en ocasiones dichos sentimientos.
Sabes que debes acompañarle en este proceso y explicarle, paso a
paso, qué cambios se producen en cada momento y qué esperamos de ellos. Sin
embargo, la edad en la que se encuentran nuestros hijos es clave para tratar de
un modo u otro la situación. Es decir, la forma en el que afrontemos la
comunicación y les ayudemos a gestionar sus emociones, incorporar
paulatinamente las nuevas rutinas, supervisar y apoyar su proceso de
aprendizaje en cada periodo de tiempo, variará en función de su edad.
CONSEJOS PARA LA DESESCALADA
Por ello, quiero
apoyarte a ti como tutor y familia con una serie de consejos según grupos de
edades.
De 0 a 3 años
Además, en esta etapa muchos de ellos no han conseguido
desarrollar un lenguaje suficientemente amplio para comunicarse con claridad,
por lo que resulta en ocasiones muy difícil saber qué le pasa a nuestro hijo.
Para ayudarles a reconocer las emociones más básicas, expresarlas y
gestionarlas, podemos tener en cuenta los siguientes consejos:
·
Ayudarnos de
cuentos y dibujos para explicarles la situación. Dibujar las emociones y
asociarlas a distintos colores y situaciones también puede facilitar que nos
enseñen cómo se sienten en un determinado momento.
·
Es necesario
planificar de antemano las salidas y explicarles que si se encuentran a un
amigo, no podrán acercarse a él para jugar, ofreciéndole una serie de
alternativas como saludarnos con la mano y hablar un ratito, hacer una
videollamada cuando lleguemos a casa, o hacerle un dibujo.
·
Para prevenir
conductas agresivas, es importante que el establecimiento de límites se trabaje
desde muy pequeños, puesto que les proporciona seguridad. Para ello, debemos
apoyarnos en el afecto, pues los límites son parte del cariño.
En definitiva, los aprendizajes en esta etapa deben ser lúdicos, a
través de juegos y cuentos podemos aprender los colores, las formas, pero también
aprovechar actividades de la vida diaria para desarrollar estos aprendizajes y
otros más, como la motricidad, la memoria o la atención. Cocinar, plantar una
semilla o elaborar la lista de la compra, son actividades que nos pueden servir
para ello.
En la actualidad contamos con numerosos recursos y propuestas para
trabajar con los niños online, lo importante es tener claro qué queremos hacer
y programarnos para no sobreexponerles a las pantallas ni volvernos locos con
la gran cantidad de oferta.
De 3 a 6 años
·
No exponerles a
información o noticias que no sean capaces de comprender, ya que les generará
miedos e inseguridad. Tampoco mentirles, ni ocultar información. Debemos adecuar las explicaciones a su
nivel de madurez.
·
Enseñarles a
reconocer sus propias señales corporales en relación a las distintas emociones:
cuando me estoy enfadando siento presión en la cabeza, no puedo parar quieto, y
tengo ganas de gritar y de apretar algo muy fuerte.
·
Ayudarles a
identificar qué situaciones les hacen sentir así, para que cuando vuelvan a
ocurrir puedan responder de una manera diferente, pensando en una alternativa
más positiva.
·
Destacar aquellos
momentos que nos hacen sentir bien: el abrazo de papá, escuchar música, leer un
cuento, jugar con mamá… Se trata de centrar la atención en aquellos aspectos
positivos, y retirar el foco de los negativos.
·
Si observamos que
empiezan a presentar algunas conductas agresivas, es importante ayudarles a
descargar la emoción que presentan en ese momento, desviar su atención de la
situación que ha desencadenado el problema para después hablar sobre qué ha
ocurrido y cómo se han sentido.
En bueno recalcar
esta etapa, coincide por lo general con el
inicio de la lectoescritura, aún se hace necesario el acompañamiento de los
padres en las tareas escolares. Por norma general, el acceso a los métodos de
aprendizaje online, suelen ser muy motivadores y atractivos para los alumnos,
pero hay que acompañarlos, tratar de que participen y escuchen a sus
compañeros.
De 6 a 12 años
·
Conocer qué
información saben y, a partir de ahí, explicarles y darles la información que
ellos requieran. Actualizar la información que vamos teniendo y compartirla con
ellos.
·
Responder a sus dudas
e inquietudes con sinceridad y con optimismo.
·
Establecer un sistema
claro de límites y normas, en el que ellos participen. Anticipar las
consecuencias a cada una de esas normas.
·
Hacerles partícipes de
algunas decisiones familiares. Planificar con ellos las salidas y las nuevas
rutinas que vamos incorporando en nuestro día a día, para que sientan que se
les tiene en cuenta.
·
Hablar sobre el futuro
más inmediato, sobre sus expectativas a corto y medio plazo y los cambios que
podemos esperar. Debemos trabajar con ellos la anticipación de distintos
escenarios. ¿Qué puede pasar si…?
·
Hablar con ellos de
sus miedos y sus preocupaciones, escucharles y reconocer la importancia que
para ellos tiene.
·
Trabajar actividades
de relajación, respiración… En esta etapa ya podemos trabajar técnicas de
relajación guiada y los diferentes tipos de respiración.
·
Crear un ‘Rincón de la Calma’ al cual pueden
acudir cuando se sientan nerviosos, tristes o enfadados. Podemos utilizar
materiales que previamente habremos elaborado con ellos, por ejemplo, botella
de la calma (donde podemos meter dibujos, notas…), mandalas, cuentos relajantes o materiales
sensoriales.
·
Analizar con ellos qué
aspectos positivos hemos sacado de esta situación. Qué cosas creen que han
cambiado a mejor, y qué aspectos necesitamos seguir trabajando.
Para poder hacer frente a las emociones negativas y
reforzar aquellas positivas, debemos crear nuevas oportunidades: nuevos
hobbies, proyectos a largo plazo… Es necesario hablar con ellos, y
clarificarles qué conductas son las esperadas, y cuáles no van a ser toleradas.
Debemos mantener diálogos frecuentes con ellos y preguntarles cómo suelen
reaccionar ante situaciones conflictivas que se les presentan en el día a día,
y enseñarles otras opciones que pueden utilizar que sean más adaptadas.
En estas edades, aunque siguen necesitando nuestro apoyo para
organizarse y resolver algunas dudas, empiezan a ser más autónomos. Los padres
podemos orientarles en la búsqueda de información y ayudarles en las dudas que
se vayan generando. Es importante supervisar la realización de tareas y
comprobar que hayan entendido las instrucciones y explicaciones dadas, dando
pie a que empiecen a ser ellos los protagonistas de su aprendizaje.
De 12 a 18 años
En esta etapa, por norma general, les cuesta asumir las normas
impuestas y suelen cuestionar las decisiones. Pero también es una etapa en la
que se pueden mantener conversaciones más adultas y compartir información de
una manera enriquecedora para ambos.
Durante estas
edades hay que hablar con ellos sobre sus sentimientos, interesarse en su día a
día, vigilar los cambios de humor o comportamiento y no menospreciar sus
problemas ya que para ellos son importantes.
Para los padres, puede ser un desafío lograr que sus
hijos cumplan el distanciamiento social. Por ello, es necesario transmitirles
la idea de que no se trata tanto de ellos, como de que cualquier persona puede
contagiarse y ser portadora, contagiando a otras personas que sí pueden sufrir
efectos muy negativos en su salud. Es
por tal Razón Resulta conveniente:
·
Compartir información
sobre la nueva situación, probablemente ellos sepan incluso más que nosotros.
·
Respetar ciertos
momentos en los que deseen estar solos, darles su espacio y su tiempo.
·
Establecer
conversaciones periódicas con nuestros hijos, interesándonos por cómo se
sienten, preguntando directamente sus preocupaciones y sus necesidades
actuales.
·
Invitar a nuevos
espacios de reunión familiar, sin obligarles. Crear un momento para hablar,
jugar, o simplemente estar todos en familia.
·
En esta etapa los
amigos son muy importantes, los vínculos que establecen con sus compañeros es
uno de los aspectos fundamentales de su desarrollo personal y social. Ahora que
ese contacto se ha reducido, debemos ser algo más flexibles en cuanto al uso de
móviles y nuevas tecnologías, pero estableciendo siempre unos horarios y unas
normas de uso.
·
Interesarnos por sus
gustos, sus hobbies, es un buen momento para conocer sus gustos y participar en
ellos.
A la hora de
prevenir conductas de riesgo en adolescentes, la familia es clave. Es fundamental una comunicación continua y frecuente con ellos,
practicando la escucha activa, no abusando de los imperativos y órdenes, y
negociando con ellos.
Usar el ‘estar’ en lugar del ‘ser’, por ejemplo cambiar el mensaje ‘eres un
desordenado’ por ‘la habitación está desordenada’; no debemos etiquetar ni
comparar.
Al estar más tiempo en casa y ser las redes sociales
su principal vía de comunicación con los amigos, es importante estar atentos al
tiempo diario que dedican a jugar a videojuegos, o al uso del móvil, ya que
pueden engancharse más fácilmente que en otros momentos. Limitar el tiempo de
uso de los aparatos electrónicos y un control parental en el los dispositivos son
cuestiones fundamentales que los padres deben tener en cuenta. No se trata de
imponer, si no de pactar y acordar con ellos un uso razonable, tampoco de
entrar en su intimidad, puesto que poco a poco se van haciendo adultos y hay
que respetar su espacio y depositar la confianza suficiente para que sean
personas autónomas.
Por último, a esta edad son suficientemente autónomos
para seguir las rutinas escolares establecidas. Sin embargo, podemos ayudarles
a organizar su agenda semanal, y a resolver sus dudas. Solo si ellos nos lo
piden, ayudarles a repasar y a estudiar. Es un momento importante en el que
pueden desarrollar la capacidad de gestionarse en relación a los estudios. La labor de los padres aquí, es de
supervisión y acompañamiento y solo en aquellos casos en los que nuestro
hijo demuestre que no es capaz de organizarse y está faltando a la entrega de
tareas, es necesario intervenir y supervisar sus trabajos.
Termino con esta frase:
"Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto:
a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber como
exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea".
Paulo Coelho.
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