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martes, 19 de mayo de 2020

CONSEJOS PARA AFRONTAR LA DESESCALADA SEGÚN LA EDAD DE LOS DE LOS HIJOS



¿Tienes dudas sobre cómo abordar la vuelta a la normalidad con tus hijos? ¿Cómo puedes ayudarles a canalizar los sentimientos que les despierta? Aquí te proponemos como hacerlo de manera diferente según su edad de tu hijo.
Poco a poco nos adentramos en el camino hacia la ‘nueva normalidad’; un proceso que sabemos será largo y costoso y que, para los que están con sus  hijos en casa, les genera algunas dudas; como por ejemplo: ¿Cómo podemos explicarles a los hijos  la nueva realidad para que sean capaces de darle sentido a la desescalada? ¿Cómo podemos ayudarles a canalizar todos sus sentimientos negativos? ¿Y ayudarles a exponer los positivos? Del mismo modo, ¿cómo podemos hacer que sigan sus rutinas y se interesen por los nuevos métodos de aprendizaje?

En tal sentido debes tomar en cuenta que, es necesario reconocer y validar sus sentimientos, cualesquiera que sean.

Los hijos tienen derecho a estar enfadados, tristes, cansados… ya que en esta cuarentena se ha limitado su vida social y se han introducido muchos cambios en muy poco tiempo. Incluso nosotros como adultos nos hemos visto afectados y nos está costando gestionar en ocasiones dichos sentimientos.

Sabes que debes acompañarle en este proceso y explicarle, paso a paso, qué cambios se producen en cada momento y qué esperamos de ellos. Sin embargo, la edad en la que se encuentran nuestros hijos es clave para tratar de un modo u otro la situación. Es decir, la forma en el que afrontemos la comunicación y les ayudemos a gestionar sus emociones, incorporar paulatinamente las nuevas rutinas, supervisar y apoyar su proceso de aprendizaje en cada periodo de tiempo, variará en función de su edad.

  CONSEJOS PARA LA DESESCALADA

Por ello, quiero apoyarte a ti como tutor y familia con una serie de consejos según grupos de edades.

De 0 a 3 años

Desde los más chiquitines  se dan cuenta de los cambio de rutinas que se producido a su alrededor. Aunque no tengan la madurez suficiente para comprender las implicaciones sociales o biológicas de la enfermedad y no comprendan el concepto de virus, sí que se dan cuenta de que no van a la escuela y colegio, no pueden ver a sus amigos, o salir a la calle con la misma normalidad que antes. Esto puede hacer que aumenten sus rabietas o busquen constantemente su figura de apego.
Además, en esta etapa muchos de ellos no han conseguido desarrollar un lenguaje suficientemente amplio para comunicarse con claridad, por lo que resulta en ocasiones muy difícil saber qué le pasa a nuestro hijo. Para ayudarles a reconocer las emociones más básicas, expresarlas y gestionarlas, podemos tener en cuenta los siguientes consejos:

·         Ayudarnos de cuentos y dibujos para explicarles la situación. Dibujar las emociones y asociarlas a distintos colores y situaciones también puede facilitar que nos enseñen cómo se sienten en un determinado momento.
·         Es necesario planificar de antemano las salidas y explicarles que si se encuentran a un amigo, no podrán acercarse a él para jugar, ofreciéndole una serie de alternativas como saludarnos con la mano y hablar un ratito, hacer una videollamada cuando lleguemos a casa, o hacerle un dibujo.
·         Para prevenir conductas agresivas, es importante que el establecimiento de límites se trabaje desde muy pequeños, puesto que les proporciona seguridad. Para ello, debemos apoyarnos en el afecto, pues los límites son parte del cariño.
En definitiva, los aprendizajes en esta etapa deben ser lúdicos, a través de juegos y cuentos podemos aprender los colores, las formas, pero también aprovechar actividades de la vida diaria para desarrollar estos aprendizajes y otros más, como la motricidad, la memoria o la atención. Cocinar, plantar una semilla o elaborar la lista de la compra, son actividades que nos pueden servir para ello.
En la actualidad contamos con numerosos recursos y propuestas para trabajar con los niños online, lo importante es tener claro qué queremos hacer y programarnos para no sobreexponerles a las pantallas ni volvernos locos con la gran cantidad de oferta.

De 3 a 6 años

A esta edad ya son capaces de comprender ciertos aspectos del virus, pero no todos. Hay un mayor reconocimiento emocional, pues muchas veces saben que están tristes o enfadados, sin embargo, no saben cómo controlar dichas emociones. Si no se gestionan bien, podemos encontrarnos con regresiones en algunas conductas como el control de esfínteres, rabietas o miedos que ya habían sido superados. Por lo que es importante que como familia tomemos en cuenta:
·         No exponerles a información o noticias que no sean capaces de comprender, ya que les generará miedos e inseguridad. Tampoco mentirles, ni ocultar información. Debemos adecuar las explicaciones a su nivel de madurez.
·         Enseñarles a reconocer sus propias señales corporales en relación a las distintas emociones: cuando me estoy enfadando siento presión en la cabeza, no puedo parar quieto, y tengo ganas de gritar y de apretar algo muy fuerte.
·         Ayudarles a identificar qué situaciones les hacen sentir así, para que cuando vuelvan a ocurrir puedan responder de una manera diferente, pensando en una alternativa más positiva.
·         Destacar aquellos momentos que nos hacen sentir bien: el abrazo de papá, escuchar música, leer un cuento, jugar con mamá… Se trata de centrar la atención en aquellos aspectos positivos, y retirar el foco de los negativos.
·         Si observamos que empiezan a presentar algunas conductas agresivas, es importante ayudarles a descargar la emoción que presentan en ese momento, desviar su atención de la situación que ha desencadenado el problema para después hablar sobre qué ha ocurrido y cómo se han sentido. 
En bueno recalcar esta etapa, coincide por lo general con el inicio de la lectoescritura, aún se hace necesario el acompañamiento de los padres en las tareas escolares. Por norma general, el acceso a los métodos de aprendizaje online, suelen ser muy motivadores y atractivos para los alumnos, pero hay que acompañarlos, tratar de que participen y escuchen a sus compañeros.

De 6 a 12 años

Los menores de esta edad son más autónomos, y también necesitan profundizar en las explicaciones. Surge el sentido de lo injusto y ciertas conductas oposicionistas, por lo que es preciso trabajar con ellos las rutinas diarias, dando tiempo al entretenimiento y a las tareas escolares. De manera que es importante:
·         Conocer qué información saben y, a partir de ahí, explicarles y darles la información que ellos requieran. Actualizar la información que vamos teniendo y compartirla con ellos.
·         Responder a sus dudas e inquietudes con sinceridad y con optimismo.
·         Establecer un sistema claro de límites y normas, en el que ellos participen. Anticipar las consecuencias a cada una de esas normas.
·         Hacerles partícipes de algunas decisiones familiares. Planificar con ellos las salidas y las nuevas rutinas que vamos incorporando en nuestro día a día, para que sientan que se les tiene en cuenta.
·         Hablar sobre el futuro más inmediato, sobre sus expectativas a corto y medio plazo y los cambios que podemos esperar. Debemos trabajar con ellos la anticipación de distintos escenarios. ¿Qué puede pasar si…?
·         Hablar con ellos de sus miedos y sus preocupaciones, escucharles y reconocer la importancia que para ellos tiene.
·         Trabajar actividades de relajación, respiración… En esta etapa ya podemos trabajar técnicas de relajación guiada y los diferentes tipos de respiración.
·         Crear un ‘Rincón de la Calma’ al cual pueden acudir cuando se sientan nerviosos, tristes o enfadados. Podemos utilizar materiales que previamente habremos elaborado con ellos, por ejemplo, botella de la calma (donde podemos meter dibujos, notas…), mandalas, cuentos relajantes o materiales sensoriales. 
·         Analizar con ellos qué aspectos positivos hemos sacado de esta situación. Qué cosas creen que han cambiado a mejor, y qué aspectos necesitamos seguir trabajando.
Para poder hacer frente a las emociones negativas y reforzar aquellas positivas, debemos crear nuevas oportunidades: nuevos hobbies, proyectos a largo plazo… Es necesario hablar con ellos, y clarificarles qué conductas son las esperadas, y cuáles no van a ser toleradas. Debemos mantener diálogos frecuentes con ellos y preguntarles cómo suelen reaccionar ante situaciones conflictivas que se les presentan en el día a día, y enseñarles otras opciones que pueden utilizar que sean más adaptadas.
En estas edades, aunque siguen necesitando nuestro apoyo para organizarse y resolver algunas dudas, empiezan a ser más autónomos. Los padres podemos orientarles en la búsqueda de información y ayudarles en las dudas que se vayan generando. Es importante supervisar la realización de tareas y comprobar que hayan entendido las instrucciones y explicaciones dadas, dando pie a que empiecen a ser ellos los protagonistas de su aprendizaje.

De 12 a 18 años

En esta etapa, por norma general, les cuesta asumir las normas impuestas y suelen cuestionar las decisiones. Pero también es una etapa en la que se pueden mantener conversaciones más adultas y compartir información de una manera enriquecedora para ambos.
La necesidad del grupo social, la limitación de todos aquellos “privilegios” que habían ganado con la edad, pueden llevarlos a un “permanente estado de enfado”. En esta etapa se hace esencial la escucha activa, sin juzgar. Es importante que se sientan escuchados y valorados, que participen en las decisiones familiares. Debemos aceptarles tal y como son y ayudarles en la toma de decisiones, intentar aconsejarles pero no abusar de la imposición. Hay que mostrarles afecto, pero al mismo tiempo fijarles normas y límites claros. Hacerles sentir que son importantes para nosotros y que puede contar con nuestra ayuda.
Durante estas edades hay que hablar con ellos sobre sus sentimientos, interesarse en su día a día, vigilar los cambios de humor o comportamiento y no menospreciar sus problemas ya que para ellos son importantes.
Para los padres, puede ser un desafío lograr que sus hijos cumplan el distanciamiento social. Por ello, es necesario transmitirles la idea de que no se trata tanto de ellos, como de que cualquier persona puede contagiarse y ser portadora, contagiando a otras personas que sí pueden sufrir efectos muy negativos en su salud. Es por tal Razón Resulta conveniente:
·         Compartir información sobre la nueva situación, probablemente ellos sepan incluso más que nosotros.
·         Respetar ciertos momentos en los que deseen estar solos, darles su espacio y su tiempo.
·         Establecer conversaciones periódicas con nuestros hijos, interesándonos por cómo se sienten, preguntando directamente sus preocupaciones y sus necesidades actuales.
·         Invitar a nuevos espacios de reunión familiar, sin obligarles. Crear un momento para hablar, jugar, o simplemente estar todos en familia.
·         En esta etapa los amigos son muy importantes, los vínculos que establecen con sus compañeros es uno de los aspectos fundamentales de su desarrollo personal y social. Ahora que ese contacto se ha reducido, debemos ser algo más flexibles en cuanto al uso de móviles y nuevas tecnologías, pero estableciendo siempre unos horarios y unas normas de uso.
·         Interesarnos por sus gustos, sus hobbies, es un buen momento para conocer sus gustos y participar en ellos.
A la hora de prevenir conductas de riesgo en adolescentes, la familia es clave. Es fundamental una comunicación continua y frecuente con ellos, practicando la escucha activa, no abusando de los imperativos y órdenes, y negociando con ellos.
Usar el ‘estar’ en lugar del ‘ser’, por ejemplo cambiar el mensaje ‘eres un desordenado’ por ‘la habitación está desordenada’; no debemos etiquetar ni comparar.
Al estar más tiempo en casa y ser las redes sociales su principal vía de comunicación con los amigos, es importante estar atentos al tiempo diario que dedican a jugar a videojuegos, o al uso del móvil, ya que pueden engancharse más fácilmente que en otros momentos. Limitar el tiempo de uso de los aparatos electrónicos y un control parental en el los dispositivos son cuestiones fundamentales que los padres deben tener en cuenta. No se trata de imponer, si no de pactar y acordar con ellos un uso razonable, tampoco de entrar en su intimidad, puesto que poco a poco se van haciendo adultos y hay que respetar su espacio y depositar la confianza suficiente para que sean personas autónomas.
Por último, a esta edad son suficientemente autónomos para seguir las rutinas escolares establecidas. Sin embargo, podemos ayudarles a organizar su agenda semanal, y a resolver sus dudas. Solo si ellos nos lo piden, ayudarles a repasar y a estudiar. Es un momento importante en el que pueden desarrollar la capacidad de gestionarse en relación a los estudios. La labor de los padres aquí, es de supervisión y acompañamiento y solo en aquellos casos en los que nuestro hijo demuestre que no es capaz de organizarse y está faltando a la entrega de tareas, es necesario intervenir y supervisar sus trabajos.
Termino con esta frase:
"Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber como exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea".
Paulo Coelho.

domingo, 5 de abril de 2020

CÓMO DESARROLLAR LA RESILIENCIA EN TIEMPOS DE COVID-19



«La resiliencia se entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas»-

Edith Grotberg.
En épocas de crisis como la que ahora vivimos, la resiliencia es una capacidad que puede ayudar a las personas a afrontar de manera firme y anclada a la realidad los cambios que se avecinan.
El sentido de la vida es una vida con sentido. La resiliencia’, nos habla de ella y ofrece una serie de pautas para desarrollarla en plena crisis sanitaria por el coronavirus.
La vida nos enseña que nada es para siempre, que nuestros sueños no siempre se cumplen y que no podemos aferrarnos al pasado ni vivir suspirando por el futuro. Cuando alguien nos traiciona, cuando la salud nos falla, cuando no podemos controlar una determinada situación o las acciones de los demás, solo nos queda aceptar la realidad. Pero la realidad es difícil de definir porque cada uno de nosotros tiene su propio camino: su pasado, su presente y su futuro. La vida de cada persona es diferente, por lo que nuestra visión o percepción de la realidad también lo es.

Cómo vivir los nuevos tiempos con Resiliencia


Cuando nos encontramos ante una situación crítica como la que estamos viviendo, el primer mecanismo que se activa en nosotros es el afrontamiento, es decir, la capacidad que tenemos para asumir en el momento una situación que puede ser destructiva. 
Si bien el afrontamiento nos prepara para recibir el impacto inicial, la resiliencia nos equipa para sobreponernos al evento crítico y transforma la situación en una fortaleza para el futuro. Por tanto, ser resilientes nos va a ayudar a evitar determinados problemas psicológicos y que pueden derivar de una situación adversa. De este modo, la resiliencia requiere un esfuerzo cognitivo y una actitud determinada.

Aunque es cierto que unas personas son más resilientes que otras, la resiliencia no es algo que unos tengan y otros no. Así que vamos a dar unas pautas que nos van a ayudar a mantener nuestro estado de resiliencia:
Ser resiliente no significa no sentir dolor, malestar o no encontrar dificultades ante las adversidades; la resiliencia parte de un punto de vista realista, de la confianza de que el golpe recibido no nos desestabilizará si hacemos frente a él, lo asumimos y lo utilizamos para mejorar nuestra vida. No podemos vivir convencidos de que no existen problemas porque eso nos aleja de la realidad y provoca que ésta nos golpee con más fuerza cuando decidamos volver a acercarnos a ella.

Pautas para mantener un estado resiliente frente a la situación actual


Existe un vínculo entre la resiliencia y saber vivir el momento presente con la creatividad, con la inteligencia emocional y con la felicidad, por tanto, si potenciamos todas estas habilidades estaremos entrenándonos en resiliencia.

1. Permítete tener emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas 

Para ello es importante aprender a reconocer las emociones y no huir de los problemas, sino afrontarlos y buscar soluciones, tomándote el tiempo que necesites para descansar, siendo consciente de lo que te puedes exigir y cuándo debes parar. 

2. Soluciona los problemas y libera tu mente

Coge papel y lápiz y escribe: ‘el tema a tratar es…’. Una vez que lo hayas definido, lleva a cabo una lluvia de ideas con posibles soluciones: las más y las menos posibles. Tras ello, vamos a hacer una lista con los beneficios y los inconvenientes de cada idea que hemos tenido y, finalmente, vamos a elegir aquellas que supongan menos inconvenientes. Así, nuestro problema ya no estará dando vueltas en nuestra cabeza porque estará plasmado en un papel y con posibles soluciones. 

3. Acepta el cambio como parte de la vida

Cuando estamos en una situación difícil nos sentimos alejados de nuestras metas. Para volver a acercarnos a ellas, se hace necesario aceptar las circunstancias que no se pueden cambiar y comenzar a trabajar sobre los aspectos que sí son modificables.
«Ser resilientes nos va a ayudar a evitar determinados problemas psicológicos y que pueden derivar de una situación adversa»

4. Establece metas realistas

Una meta puede ser cualquier cosa que se desea hacer o conseguir y guarda una estrecha relación con la motivación porque de ella va a depender que alcancemos o no nuestro propósito. Tener metas es importantísimo porque incluye la capacidad de comprometerse. Pero posiblemente, y debido a la situación actual, todos nosotros tengamos que replantearnos algunas de nuestras metas y adaptarlas a este momento.

5. Piensa de manera práctica y constructiva

Son muchas las veces que le damos vueltas a un asunto que no podemos solucionar o nos imaginamos situaciones en las que las cosas van a ir de mal en peor. Cuando esto ocurra, céntrate en actividades que requieran una gran atención, como jugar al ajedrez o leer un libro de una temática de la que no tienes mucho conocimiento, pero que te resulte interesante.

6. Mantén una actitud optimista

En realidad la diferencia que existe entre tener una actitud optimista o pesimista es mínima, pero significativa. El optimismo es la tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables y es lo que nos ayuda a enfrentarnos a las dificultades con ánimo, a descubrir lo positivo que tienen tanto las personas como las circunstancias.

7. Cuida las relaciones con los demás

En los momentos complicados las primeras personas que aparecen son nuestras amistades más cercanas y nuestra familia. Afortunadamente, contamos con medios tecnológicos con los que podemos mantener conversaciones mirándonos a la cara a pesar de estar lejos, así que usemos estos medios para hablar, para jugar, para animar y que nos animen, para compartir experiencias…
«La resiliencia parte de un punto de vista realista, de la confianza de que el golpe recibido no nos desestabilizará si hacemos frente a él, lo asumimos y lo utilizamos para mejorar nuestra vida»

8. Haz deporte

Cuando hacemos deporte estamos desarrollando una serie de valores personales y sociales que nos convierten en personas más resilientes sin que nos demos cuenta: nos marcamos retos, aumentamos la autodisciplina, el autoconocimiento, la autoestima…

9. Nutre tu autoestima

La autoestima depende de en qué medida nos sentimos valorados, queridos y aceptados por otros y en qué medida nos valoramos, queremos y nos aceptamos nosotros mismos. Toma conciencia de todo lo que has conseguido hasta el momento y de todo lo que te queda por conseguir. Para ello, haz el ejercicio de plantearte metas, ejercicio físico y no descuides a tus amistades (hay que buscar tiempo para enviar un mensaje de vez en cuando a las personas con las que menos hablas, por ejemplo).

10. Aprende a crecer con los problemas

No podemos evitar encontrarnos con problemas o situaciones de crisis, al menos no siempre podemos hacerlo. Por tanto, debemos tomar estas situaciones como retos que se nos presentan en la vida y que nos empujan a sacar lo mejor de nosotros mismos: a ser más fuertes, a pensar y a actuar en consecuencia. Utiliza cada experiencia que vivas para crecer como persona.
Finalmente quiero decirte que no te preocupes, solo se cae quien está de pie. Porque los que nunca se han caído, es porque probablemente se han arrastrado toda su vida.

CARLOS ANT. ALMONTE CRUZ, M.A.
Psicólogo, Especialista en Educación para la Diversidad.

DALE AL SIGUIENTE LINK.





domingo, 1 de diciembre de 2019

7 CLAVES PARA TOMAR EL CONTROL DE TU VIDA

En nuestro día a día, tenemos una gran cantidad de asuntos a resolver y que coordinar: amigos, familia, trabajo, ocio, descanso… Pero en realidad son pocas las cosas que podemos controlar por nosotros mismos. Aprende a dominarlas y cambiarás tu mundo.

Vamos a centrarnos en todo aquello que tu sí que puedes dominar y vamos a dejar de perder el tiempo intentando controlar lo que no está en tu mano.

1. Inhala, exhala, repite

La mayoría de la gente ni siquiera piensa en su respiración, ni el poder que tiene la capacidad de concentrarse en ella. Siente como tu pecho sube cuando inspiras y baja cuando expiras.
La respiración es vital para relajarse y ralentizar tus pensamientos. Con unas simples respiraciones profundas dejas de centrarte en lo horrible de la situación para hacerlo en tu respiración. Cuando te enfocas en tu respiración, puedes contar “uno” mientras inhalas”, “dos” al exhalar. Al llegar a 10, comienza de nuevo. Empezarás a sentirte mejor muy pronto.

2. Háblate bien

Todos tenemos una voz en nuestras cabezas y en ocasiones puede ser muy crítica. Registra las veces que durante el día te envías mensajes negativos a ti mismo. Te sorprenderá con que frecuencia te criticas al cabo de un día, con ese diálogo interno.
Trata de hablarte con compasión, con frases más positivas y estimulantes, verás como tu actitud empieza a cambiar rápidamente. Mensajes del tipo: “todo el mundo se equivoca”, “equivocarse es humano”, “un fracaso no me convierte en un fracasado” o “sólo fallando se aprende”. Estas consignas hacen de nuestro día, un mundo mejor.

3. Da las gracias

Practica el agradecimiento, tu felicidad y productividad aumentará, ya que expresar gratitud hace que nos centremos en la esperanza, el optimismo, la inspiración, la valoración de los esfuerzos y resistir mejor los contratiempos.

4. Presta atención al lenguaje corporal

Según el neurocientífico Amy Cuddy, puedes demostrar el poder y la confianza simplemente cambiando la manera en que sostienes tu cuerpo.
Por ejemplo, la adopción de una postura de confianza con los brazos en las caderas y piernas bien posicionadas aumenta la testosterona y disminuye la hormona del estrés cortisol. Con el lenguaje corporal enviamos mensajes a nuestro cerebro de cómo nos sentimos y qué queremos transmitir, y él, responde al momento.
Ante situaciones que pueden generarte estrés, practica posturas de fuerza para informar a tu mete de lo que esperas de ella.

5. Mantente activo (física y mentalmente)

El ejercicio es una buena oportunidad para simplemente no pensar en nada. Aunque no es obligatorio ir al gimnasio, tómate 20 minutos del día para levantarte y moverte.
El movimiento ayuda a liberar tu mente y tu cuerpo para estimular tu potencial creativo. Caminar se ha encontrado que aumenta la creatividad. Hacer algo de actividad te ayudará con la creatividad y también a focalizar la atención en aquello más importante.
Juega al Sudoku o a hacer crucigramas, o a cualquier actividad que resulte un desafío para tu mente. También puedes obtener un beneficio similar de la meditación. Con sólo de 20 a 30 minutos diarios se ha demostrado que aumenta la concentración, reduce el estrés y la ansiedad, e incluso reduce la sensación de dolor físico.

6. Come Inteligentemente

Quizá la comida basura te guste, pero es un claro ejemplo de decisión negativa. Esta alimentación hace a tu cuerpo más lento y bajo de energía.
El consumo excesivo de azúcar, se ha relacionado con todo tipo de trastornos de salud, los cambios de humor y la caída de la productividad. Además, los alimentos procesados ayudan, cuando no son causa directa, de enfermedades crónicas como la diabetes, la obesidad, e incluso el cáncer de mama.

7. Duerme de forma reparadora

El sueño es fundamental para el enfoque, la concentración, el trabajo y el rendimiento académico, mantener tu apetito bajo control, y toda una serie de aspectos positivos para la salud.
Si nos encanta ver salir el sol, ¡genial!, es una decisión positiva que nos ayudará a estar mejor durante el día y a ser agradecidos. Pero para que sea efectivo, debes estar en la cama a las 9 pm. Nada es tan reparador y positivo como una buen descanso y un sueño reparador.
Si te cuesta calmar tu mente para conciliar el sueño, puedes utilizar auto-instrucciones del tipo: “Estoy orgulloso del trabajo hecho hoy, agradezco a mi cerebro y a mi cuerpo es esfuerzo hecho y ahora voy a dejar que descansen tranquilamente.” También puedes seguir algún consejo para evitar, reducir o eliminar el insomnio.
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